10 febrero 2012
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No cae en la presencia ni en la insistencia, la agonía de una naufragio donde cayeron entre el azul del cielo y en lo profundo del mar, las lagrimas que regaron aquellos paisajes inertes pero infestado de voces intentando eliminar todo aquel sentimiento de angustia y de misticismo.
Veía hacia el horizonte con los ojos entrecerrados por la manía de poder entender que era lo que formaba la esa masa del encanto y de calor candente que provocaba desesperación. Sentía como el lamento de los ruidos existenciales opacaban un poco a su pequeña interrumpida agonía. No pertenecía a ningún lugar, no era un cuerpo ni mucho menos una persona…