Y las caricias caían entre los sueños en donde me encontraba esperando, lo que desde un punto parecían minutos sin fin. Divagaba entre la brisa y la ausencia de mis sensaciones más colapsadas de emociones resguardadas bajo siete llaves de las cuales puede despojarme desde el momento en que tu pasillo y el mío se toparon con la misma puerta. Me senté en la berma esperando con ansias aquel encuentro en donde no sabia si en realidad era una especie de clímax eterno entre tu y yo. Mi mirada se encontraba confusa, no quería perderse ni el más mínimo segundo de poder toparse con tu pulcra presencia. Transcurrieron largos minutos hasta que decidí seguir con el curso de la vida, lentamente mis pies se iban deslizando sobre el sementó intentando hacer que el viaje a casa se volviera ligero y sin tropiezos. Al llegar a la mitad de la cuadra note como tu sonrisa brillaba a lo lejos cual luciérnagas deslumbran hasta los más oscuros rincones de la ciudad. La flecha inánime del querer guío nuestros pasos a donde nos detuvimos. Tu mirada en ese momento se encontraba observando aquella estrella, la más brillante de todas… mientras yo me adentraba a contemplar como en tus retinas se enfrascaba aquella inolvidable escena.
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